Santo Domingo.-A orilla del río Ozama, contra toda norma de protección ambiental y pese a la oposición de los vecinos por el foco de contaminación, opera el Ayuntamiento Santo Domingo Este un enorme vertedero encubierto con el nombre de ‘transfer’ .
El vertedero está ubicado en un extremo del sector Cancino Adentro, en el recodo que hace el río en su cauce final hacia su desembocadura en el mar Caribe, apenas un kilómetro más hacia arriba del puente que une al municipio con el sector de Sabana Perdida.
El lugar es el foco de contaminación más grande del municipio Santo Domingo Este, pero pese a la insistencia de las urbanizaciones del entorno nada hace el Ministerio de Medio Ambiente para su eliminación.
“Se hacen de la vista gorda. Hace poco, a insistencia de un coronel del Ejército, vinieron funcionarios de Medio Ambiente y lo clausuraron, pero después de dos semanas volvieron a abrirlo sin dar ninguna explicación a la comunidad”, se queja Miguel Antonio Mota, de la Junta de Vecinos del residencial de apartamentos “Brisas del Río”, contiguo al lugar.
El “transfer”, como le llaman los técnicos del cabildo, alegando que es un lugar de transferencia del vertido de la basura antes de trasladarla al vertedero de Duquesa, moviliza diariamente entre 500 y 100 toneladas de desperdicios.
Allí, donde la negra Julia Henríquez Beltrán llegó a vieja pescando tilapias y guabinas, ya ni siquiera se puede respirar “porque esta peste me tiene loca”. La basura ha convertido el vecindario en el más grande criaderos de mosquitos, ratas y cucarachas que atentan contra la salud del sector.
Pero para las vacas, los “buzos” y los perros realengos el vertedero es una “bendición”. Mientras los “buzos” se pelean por el plástico, los cartones, alambres y hasta alimentos enlatados vencidos que luego venden, los animales encuentran su mejor pasto entre los desperdicios.
Cuando llueve los tóxicos se desparraman hacia el río, matando impunemente sus especies y convirtiéndolo en una gran cloaca que corre hacia el mar. La zona y la fauna del entorno hace años que está condenada a muerte.
Sin embargo, el vertedero operado a “cielo abierto” no es un problema que es de ahora, sino que se viene desde el 2001, cuando el primer síndico del municipio Santo Domingo Este, Domingo Batista, aplicó la modalidad del “transfer”, un sistema de cargar dos veces la basura porque, a juzgar por los vecinos, “ahí es que radica el negocio con las compañías recolectoras”.
El comunitario Damián Aquino cree que el negocio de la basura es “redondo”, porque luego de acarrearlas desde las calles la llevan al lugar para luego transportarla a Duquesa: hay que pagar dos veces por el mismo trabajo”.
Vecinos venden viviendas
Las pestilencias emanadas del vertedero han provocado una estampida de los adquirientes de los residenciales de condominios privados que hicieron sus inversiones, a través de hipotecas bancarias, ignorando la gravedad de la contaminación ambiental.
Dominga Jiménez, al ver el equipo de prensa de El Caribe, alzó los brazos y clamó a Dios: “¡Por fin, ay señores, ya no sabemos lo que vamos a hacer! Estamos cansados de ir al ayuntamiento para que nos quiten esa cosa de ahí, y nada hacen”.
Su madre, Juana Jiménez, y su vecina Rosa Acosta, se preguntan hasta cuándo soportarán el foco de contaminación que constantemente les afecta. “¡Esto es horrible, lo que estamos viviendo. Por favor, hagan algo por nosotros!”, dijo doña Rosa al ver llegar a los periodistas.
Cabildo niega contamine
Alejandro Pérez, encargado de Aseo y Limpieza del ayuntamiento, explicó que el “transfer”, pese a la gran cantidad de basura y la proximidad con el río, se maneja con técnicas de preservación ambiental, y puso como ejemplo que “los equipos del cabildo prestan colaboración a Medio Ambiente para garantizar un manejo adecuado de los desperdicios”.
Dijo que en el lugar no se acumula gran cantidad de desperdicios porque las volquetas y otros vehículos pesados se encargan de trasladarlos hacia su destino final, que es el vertedero de Duquesa. “El río y el entorno no tienen peligro de contaminación. La basura no va al cauce porque es recogida”, sostuvo Pérez, aunque no supo explicar de cuáles medios se valen para evitar la contaminación del río.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Instalan vertedero cerca del río Ozama
Familias del Sur confían en poder sanarse de raro mal
LOS AFECTADOS VIVEN LA INCERTIDUMBRE DE NO SABER POR QUÉ DEJARON DE CAMINAR Y DE HABLAR, Y SUS MANOS NO RESPONDEN CUANDO QUIEREN HACER ALGO
Suroeste.-Desesperanza, temor, culpa, resignación y muchas preguntas sin respuestas son sentimientos que comparten familias de distintas comunidades de esta región, que tienen en común hijos aquejados de una rara enfermedad degenerativa que llega sin avisar y en momentos en que los niños alcanzan edades que sobrepasan los ocho años.
Las historias de cada una de estas familias son parecidas, pero la pobreza es la misma, caracterizada en la mayoría de los casos por la baja escolaridad en los padres, viviendas desvencijadas, y donde el sustento familiar apenas alcanza para mal comer una o dos veces al día.
En estas empobrecidas comunidades los pequeñines de todas las edades abundan y corretean alegremente por polvorientas calles y estrechos callejones.
Pese a las precariedades económicas en que se desenvuelven, las familias visitadas por LISTÍN DIARIO dieron seguridad de que no se quedaron de brazos cruzados ante los primeros síntomas presentados por sus hijos, sino que acudieron al médico y viajaron a la capital en busca de soluciones.
No obstante, el paso del tiempo, el costo de los estudios diagnósticos, los viajes a Santo Domingo para aplicar terapias y el avance de la enfermedad que inicia con simplezas y se va complicando, le fue ganando la batalla, por lo que hoy la mayoría muestra resignación. “Imagínate: tengo que dejarlo así, porque qué puedo yo hacer”, responde con amargura Miguelina, mientras contempla a Joao, su hijo de 13 años aquejado de la enfermedad.
Otras madres, como la profesora Lucinda, no se dan por vencidas. Ella sigue luchando y se aferra a la única luz que le aviva la esperanza: el hecho de que su hija de 18 años forme parte de la investigación sobre la enfermedad que lleva a cabo un equipo de especialistas, encabezados por el neurólogo-internista, Pedro Roa, del Centro de Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat).
“Si los resultados del estudio no alcanzan, tal vez, a beneficiar a mi hija, espero que por lo menos sirvan para beneficiar a otros niños en estas condiciones”, dice la abnegada madre mientras sonríe al mirar a su hija Karina jugar con un celular, mientras permanece postrada en un mueble con sus piernas y mandíbula imposibilitadas.
La niña ha requerido de dos cirugías, una traqueotomía y una gastrotomía, por ésta última se alimenta sólo con líquidos.
Dominga, madre de Susan, de 16 años, sabe muy bien los pesares que representa que su niña forme parte del grupo de personas que padecen esta enfermedad, denominada “Distomía Primaria Generalizada”, que afecta de manera severa el sistema locomotor.
“Yo duré un año y medio llevándola a Rehabillitación en la capital, porque yo no quería que mi hija se me quedara así, pero cuando vi que no había solución dejé de ir”, comentó.
Según informaciones ofrecidas por el doctor Roa, quien junto a universidades alemanas realiza la investigación, en el Suroeste del país hay unos 22 niños afectados por esa enfermedad, la cual tienen más de nueve años investigando.
Señala que es una condición hereditaria y degenerativa muy discapacitante que afecta el aparato locomotor y la capacidad de aprendizaje, y es irreversible. Una de las hipótesis que se maneja es que estaría vinculada a relaciones sexuales entre familiares muy cercanos.
Sin embargo, entre las familias visitadas la mayoría aseguraron no tener vínculos familiares con su pareja.
A los nueve años
Susan era una niña normal hasta los nueve años. Había aprobado entonces el tercero de primaria y pasado a cuarto, cuando empezaron a encogerles las manos.
El primer signo de alerta que percibió su madre era la forma extraña como lavaba su ropa interior, con las manos al revés.
Desde entonces, su madre Dominga se puso en alerta y la llevó al hospital Infantil Robert Reid Cabral y luego a la Asociación Dominicana de Rehabilitación, donde le dio terapia por un año y medio, ya que además de las manos había empezado a dejar de caminar y de hablar.
Esos movimientos luego los perdió por completo, al punto de que está en silla de ruedas, hay que bañarla y darle la comida porque no puede agarrar nada con sus manos. Susan se ríe de cada comentario que hace su madre sobre ella, mientras su cuerpecito torcido y flaco se pierde dentro de la silla de ruedas que pudo conseguir la familia para ella.
Dominga está a la espera de los últimos estudios que le hicieron los médicos que trabajan en la investigación de esos casos, y dice que le gustaría saber qué le pasó a su hija, porque si no estuviera así, está segura que estuviera estudiando y fuera una esperanza para ella, madre de cinco hijos más, todos normales.
LA HIJA DE LA PROFESIORA LUCINDA
Después que Karina cumplió los ocho años empezó a caerse con frecuencia, al punto que siempre andaba con las rodillas peladas. Su madre dice que siempre la mandaban a buscar de la escuela y la orientadora le aconsejó buscar la opinión médica.
Desde entonces la profesora Lucinda empezó a tratarla y a hacerle todo tipo de estudios médicos, tanto en su provincia como en Santo Domingo, y el diagnóstico que le daban era epilepsia.
Entonces la niña cursaba el tercero de primaria.
A los 10 años empezó a presentar problemas en la mandíbula, y, a no dormir.
“Yo decía que ella dormía los medicamentos, en vez de los medicamentos dormirla a ella”, dice su madre recordando aquellos momentos, y la cantidad de médicos que anduvo sin encontrar solución al problema de su hija.
Su esperanza se ha retomado con los médicos que investigan la enfermedad, ya que recibe visitas por lo menos una vez al mes.
Dice que en esa comunidad han muerto muchos niños con esos problemas, entre ellos dos sobrinas y dos primos.
Joao es otro niño de 13 años aquejado de la enfermedad, cuya familia mantiene viva la esperanza de mejoría.
“Mi esposo y yo no somos familia. Tengo mucha fe, pero por momento me entra la debilidad y me pregunto si estaré pagando algo, pero luego me sobrepongo y me digo que es obra de Dios”, dice la madre de Karina.
Pese a sus dificultades Karina lee y escribe, al punto que la madre tiene que vigilarla de cerca porque con frecuencia la sorprende haciéndole la tarea a su hermana menor de siete años.
Es muy alegre y nunca ha perdido el entusiasmo. “Creo que si no fuera así, ya se me hubiera casado”.
En estas empobrecidas comunidades los pequeñines de todas las edades abundan y corretean alegremente por polvorientas calles y estrechos callejones.
“Cuando le preguntamos a Karina que cuántos hijos tendrá, señala con sus dedos que serán cuatro, muy ajena a lo que eso significa”.”
Profesora Lucinda, madre de la paciente karina
Es común encontrarse en pequeñas comunidades y a escasos metros entre una casa y la otra, dos y tres casos de adolescentes y algunos adultos que viven desde hace años la incertidumbre de no saber por qué dejaron de caminar y de hablar, y sus manos no responden cuando quieren agarrar el tenedor para alimentarse o el lápiz para escribir, aunque sí entienden lo que se les dice o cuando se habla de ellos.Profesora Lucinda, madre de la paciente karina
Pese a las precariedades económicas en que se desenvuelven, las familias visitadas por LISTÍN DIARIO dieron seguridad de que no se quedaron de brazos cruzados ante los primeros síntomas presentados por sus hijos, sino que acudieron al médico y viajaron a la capital en busca de soluciones.
No obstante, el paso del tiempo, el costo de los estudios diagnósticos, los viajes a Santo Domingo para aplicar terapias y el avance de la enfermedad que inicia con simplezas y se va complicando, le fue ganando la batalla, por lo que hoy la mayoría muestra resignación. “Imagínate: tengo que dejarlo así, porque qué puedo yo hacer”, responde con amargura Miguelina, mientras contempla a Joao, su hijo de 13 años aquejado de la enfermedad.
Otras madres, como la profesora Lucinda, no se dan por vencidas. Ella sigue luchando y se aferra a la única luz que le aviva la esperanza: el hecho de que su hija de 18 años forme parte de la investigación sobre la enfermedad que lleva a cabo un equipo de especialistas, encabezados por el neurólogo-internista, Pedro Roa, del Centro de Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat).
“Si los resultados del estudio no alcanzan, tal vez, a beneficiar a mi hija, espero que por lo menos sirvan para beneficiar a otros niños en estas condiciones”, dice la abnegada madre mientras sonríe al mirar a su hija Karina jugar con un celular, mientras permanece postrada en un mueble con sus piernas y mandíbula imposibilitadas.
La niña ha requerido de dos cirugías, una traqueotomía y una gastrotomía, por ésta última se alimenta sólo con líquidos.
Dominga, madre de Susan, de 16 años, sabe muy bien los pesares que representa que su niña forme parte del grupo de personas que padecen esta enfermedad, denominada “Distomía Primaria Generalizada”, que afecta de manera severa el sistema locomotor.
“Yo duré un año y medio llevándola a Rehabillitación en la capital, porque yo no quería que mi hija se me quedara así, pero cuando vi que no había solución dejé de ir”, comentó.
Según informaciones ofrecidas por el doctor Roa, quien junto a universidades alemanas realiza la investigación, en el Suroeste del país hay unos 22 niños afectados por esa enfermedad, la cual tienen más de nueve años investigando.
Señala que es una condición hereditaria y degenerativa muy discapacitante que afecta el aparato locomotor y la capacidad de aprendizaje, y es irreversible. Una de las hipótesis que se maneja es que estaría vinculada a relaciones sexuales entre familiares muy cercanos.
Sin embargo, entre las familias visitadas la mayoría aseguraron no tener vínculos familiares con su pareja.
A los nueve años
Susan era una niña normal hasta los nueve años. Había aprobado entonces el tercero de primaria y pasado a cuarto, cuando empezaron a encogerles las manos.
El primer signo de alerta que percibió su madre era la forma extraña como lavaba su ropa interior, con las manos al revés.
Desde entonces, su madre Dominga se puso en alerta y la llevó al hospital Infantil Robert Reid Cabral y luego a la Asociación Dominicana de Rehabilitación, donde le dio terapia por un año y medio, ya que además de las manos había empezado a dejar de caminar y de hablar.
Esos movimientos luego los perdió por completo, al punto de que está en silla de ruedas, hay que bañarla y darle la comida porque no puede agarrar nada con sus manos. Susan se ríe de cada comentario que hace su madre sobre ella, mientras su cuerpecito torcido y flaco se pierde dentro de la silla de ruedas que pudo conseguir la familia para ella.
Dominga está a la espera de los últimos estudios que le hicieron los médicos que trabajan en la investigación de esos casos, y dice que le gustaría saber qué le pasó a su hija, porque si no estuviera así, está segura que estuviera estudiando y fuera una esperanza para ella, madre de cinco hijos más, todos normales.
LA HIJA DE LA PROFESIORA LUCINDA
Después que Karina cumplió los ocho años empezó a caerse con frecuencia, al punto que siempre andaba con las rodillas peladas. Su madre dice que siempre la mandaban a buscar de la escuela y la orientadora le aconsejó buscar la opinión médica.
Desde entonces la profesora Lucinda empezó a tratarla y a hacerle todo tipo de estudios médicos, tanto en su provincia como en Santo Domingo, y el diagnóstico que le daban era epilepsia.
Entonces la niña cursaba el tercero de primaria.
A los 10 años empezó a presentar problemas en la mandíbula, y, a no dormir.
“Yo decía que ella dormía los medicamentos, en vez de los medicamentos dormirla a ella”, dice su madre recordando aquellos momentos, y la cantidad de médicos que anduvo sin encontrar solución al problema de su hija.
Su esperanza se ha retomado con los médicos que investigan la enfermedad, ya que recibe visitas por lo menos una vez al mes.
Dice que en esa comunidad han muerto muchos niños con esos problemas, entre ellos dos sobrinas y dos primos.
Joao es otro niño de 13 años aquejado de la enfermedad, cuya familia mantiene viva la esperanza de mejoría.
“Mi esposo y yo no somos familia. Tengo mucha fe, pero por momento me entra la debilidad y me pregunto si estaré pagando algo, pero luego me sobrepongo y me digo que es obra de Dios”, dice la madre de Karina.
Pese a sus dificultades Karina lee y escribe, al punto que la madre tiene que vigilarla de cerca porque con frecuencia la sorprende haciéndole la tarea a su hermana menor de siete años.
Es muy alegre y nunca ha perdido el entusiasmo. “Creo que si no fuera así, ya se me hubiera casado”.
"Igor" se convertiría en ciclón
Santo Domingo.-La tormenta tropical Igor se fortaleció ayer en el sursuroeste de las islas africanas de Cabo Verde al aumentar sus vientos máximos sostenidos a 75 kilómetros por hora, y amenaza con transformarse en huracán el fin de semana. Igor es la novena tormenta tropical de la temporada de huracanes en el Atlántico. Se hallaba a 120 kilómetros al sur-suroeste de Cabo Verde y se mueve al oeste a unos nueve kilómetros por hora.
La Oficina Nacional de Meteorología informó que monitorea el desarrollo y evolución de este ciclón.
Meteorología dijo también que los remanentes nubosos asociados a la tormenta tropical Gastón continúan incidiendo sobre nuestra isla, moviéndose hacia el oeste, con mayor actividad nubosa al sur del país, originando lluvias dispersas con tormentas eléctricas y ráfagas de vientos en gran parte del territorio.
Hoy continuarán los aguaceros dispersos, tendiendo a disminuir, siendo más frecuentes hacia el Suroeste y vertiente sur de la Cordillera Central.
Meteorología dijo también que los remanentes nubosos asociados a la tormenta tropical Gastón continúan incidiendo sobre nuestra isla, moviéndose hacia el oeste, con mayor actividad nubosa al sur del país, originando lluvias dispersas con tormentas eléctricas y ráfagas de vientos en gran parte del territorio.
Hoy continuarán los aguaceros dispersos, tendiendo a disminuir, siendo más frecuentes hacia el Suroeste y vertiente sur de la Cordillera Central.
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Recetas de cocina
Coca de Naranja
Esta receta de coca de naranja, también llamada bizcocho de naranja, nos la he enviado tonica. Es una receta muy fácil de preparar y permite elaborar una rica coca que
Ingredientes:
* Huevos: 6 medianos
* Azúcar: 600 gramos
* Harina: 400 gramos
* Jugo de naranja: 1 vaso
* Aceite: medio vaso
* Levadura (polvo de hornear): 1 sobre (16 gramos)
Preparación:
* Se vierte el huevo en un bol y se bate
* Poco a poco, se van incorporando el resto de los ingredientes y se va mezclando con la ayude de unas varillas de cocina o de una espátula
* Cuando ya se han añadido todos los ingredientes se continua mezclando hasta obtener una mezcla homogénea
* Se vierte esta mezcla en un molde para bizcocho previamente cubierto con papel para hornear
* Se introduce en el horno previamente calentado y se deja cocer durante unos 30 – 40 minutos a 200º
* Para comprobar si ya está cocido tan solo se debe pinchar con un palillo o con la punta de un cuchillo. Si al sacarlo sale limpio es que ya está cocida, sino se deja cocer un ratito más
* Finalmente se retira del horno y se deja enfriar
* Antes de servir, se puede decorar con un poco de azúcar glasé o bien espolvoreando un poco de canela. También queda muy rico si se baña la coca con chocolate fundido
* Si se desea potenciar el sabor de la naranja, se puede rascar un poco de cascara de naranja y añadirla a la mezcla del bizcocho. Esto no solo potenciará el sabor sino que también le dará una textura más melosa
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