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Aporte. En esta enramada funciona la Escuela Pedro María Paulino,
la cual fue construida con los aportes de la comunidad que
adquirió zinc y sobrantes de la madera. |
Cumplir con el horario de clase en las localidades ubicadas en las zonas periféricas de las provincias de la República Dominicana es el principal desafío que tienen por delante las autoridades de Educación, en vista de que ante cualquier inconveniente la docencia queda suspendida.
El panorama es el mismo en muchas localidades rurales, pues se trata de un poblado donde predomina la población haitiana; como en Elías Piña, la asistencia a clases depende de las actividades que tengan los padres de los niños en la semana o de si se oferta el Desayuno Escolar.
En tanto que en las zonas agrícolas los hijos de padres iletrados no realizan sus tareas completas según señalan los profesores, pero en la época de cosecha son llevados a los conucos y fincas alegando que no tienen quien se los cuide cuando regresen de clase.
Asimismo, cuando llueve, la asistencia de estudiantes a cla se es mínima, por las crecidas de ríos, ca minos enlodados lo que provoca que sus útiles se les deterio ren. Los muchachos que logran vencer todos los obstáculos y terminan el ba chillerato, enfrentan al problema de no poder inscribirse en la universidad por falta de apoyo econó mico. A esto se suma el i ngrediente de que el acceso hacia las escuelas y liceos para alumnos y profesores de zonas apartadas es cada día una tarea titánica, especialmente cuando les toca recorrer hasta ocho kilómetros caminando o en el asiento de una motocicleta por caminos vecinales agrestes.
El difícil paso a la zonas rurales les impide a los maestros cumplir a cabalidad con el horario semanal de clases y encima de estas precariedades que siempre han tenido que enfrentar profesores y alumnos, a este año escolar se les sumó el nuevo curriculum, del que los educadores entrevistados opinaron que no fue confeccionado para la educación rural, razón por la cual han tenido que apoyarse en el tradicional “Nacho”.
El caso de niños hacinados en aulas de Cotuí
Los 560 alumnos de la Escuela Los Mineros reciben clases en medio de un ambiente tan hostil que les impide hasta salir de sus aulas si se les presenta una necesidad fisiológica.
El centro educativo fue alojado en una casa y su marquesina donde se colocaron diez aulas separadas con los mismos pizarrones con poca luz y los profesores tienen sus escritorios en los angostos pasillos que quedaron libres.
Sin embargo, la escuela donde recibían clases hasta hace un año, fue demolida para dar paso a una edificación con mayor capacidad, pero los trabajos están paralizados.
Dadas las circunstancias, la dirección ha tenido que reducir el horario de clases por el hacinamiento en que se enseña a los niños.
El director del centro educativo, Roberto Francisco Marte, explicó la interferencia que se genera entre los cursos que impide que los maestros puedan desarrollar su programa a diario como ha sido diseñado.
“En esta escuela, el ruído aquí está por encima de los decibeles permitidos a un ser humano. Las profesoras han perdido parte de su capacidad auditiva por el ruido constante al que son sometidas por el hacinamiento”, agregó.
Es tan precaria la situación de dicha escuela, que los niños salen a hacer cualquier necesidad fisiológica, pasándoles por encima a los compañeros, porque las butacas están pegadas una a otras para que todos tengan cupo.
“Ahora con las altas temperaturas, el calor que hace aquí es sofocante. A veces los pobres se desmayan del calor”, manifestó.
Las aulas que quedaron en las habitaciones de la vivienda son las calurosas y los niños que les toca ese espacio son los que más sufren.
La ceremonia para iniciar cada día la clase se realiza en la calle frontal de la escuela, lugar donde los niños también disfrutan del recreo enfrentando el peligro de ser atropellados por un auto.
Villa Progreso
La escuela Pedro María Paulino del barrio Villa Progreso de aquí, no resiste un clavo más y allí estudian 157 niños del nivel inicial hasta el sexto grado, los cuales utilizan un retrete de la iglesia de la comunidad.
Es una enrramada, construida con tronco de cocos que ya cedieron, y protegida con rechazo de los aserraderos, pero ese material también se pudrió.
Su directora, Martha Mercedes Gómez, tiene su despacho debajo de una mata de mango, donde los rayos del sol la castigan mientras realiza sus labores diarias.
Una de sus aulas es de tierra y los alumnos que les toca recibir clase en ese lugar salen con el pelo y la ropa sucia.
Este centro educativo queda a menos de medio kilómetro del centro de Cotuí y lleva en operación tres años.
Faltan maestros de matemática y de naturales en Monte Plata
Eduardo Soriano reside en la comunidad San José del Distrito Municipal Chirino de la provincia Monte Plata. Tiene 23 años de edad y hace tres años que terminó el bachillerato, pero no ha podido ingresar a la universidad porque no cuenta con recursos económicos.
“No fue fácil para mí caminar diariamente ocho kilómetros a pie, ida y vuelta, hacia el liceo, para ahora tener que quedarme a trabajar la tierra aquí, porque no tengo apoyo económico para ir a la universidad a hacerme educador como lo he soñado siempre”, dijo.
Dijo que al igual que él, hay otros muchachos de su edad en los campos de Monte Plata, a la espera de que se abra una oportunidad para superarse, pero han perdido las esperanzas.
La directora de la Escuela Parroquial Padre Antonio y Madre Ascención, hermana Teresa Pagán, consideró necesario para Monte Plata la construcción de una Universidad que les abra las puertas a los estudiantes de escasos recursos que no pueden viajar a Santo Domingo.
En esa provincia, agregó, hay cientos de muchachos con deseo de superación esperando una oportunidad que les permita hacer una carrera profesional, pero sus padres no pueden apoyarlos.
En la comunidad San José donde habita el joven Soriano, hay una escuela que da clase hasta el cuarto de la primaria, para la cual sus habitantes demandan la construcción de su verja perimetral, que en la actualidad es una cerca de alambre de púas. El zinc del techo está podrido al igual que las puertas y tiene un retrete para hembras sin puerta.
En tanto que en la escuela básica de Chirino las tizas no se marcan en la mayoría de sus pizarras, no hay computadoras, falta mobiliario para los estudiantes, los cuales tampoco tienen a mano laboratorio de ciencia ni de computadoras.
Sin embargo, la peor dificultad que enfrentan los estudiantes de secciones y parajes de esta localidad, es que tienen que trasladarse a oscuras tres y seis kilómetros por ca- lles solitarias a recibir clase, por lo que demandan la donación de una guagua.
“Nosotros no estamos tranquilos hasta que Vanelys llega a las 11:00 de la noche del liceo de Chirino. Ella quiere ser profesional pero son cuatro kilómetros que camina en plena oscuridad...”, dijo Asunción Moreno.
Debilidades
En la provincia Monte Plata hace falta 100 nuevos maestros de naturales y matemáticas, informó el director regional de Monte Plata, Juan Tomás Brito.
Destacó asimismo que el 20% de las escuelas ubicadas en la periferia están deterioradas y hay zonas en que los niños reciben clases en enramadas que carecen de baños.
Mencionó entre esas escuelas, la de la comunidad Hato Viejo del Distrito 17-01 y otras tres comunidades que no citó dónde reciben clase 160 niños.
“Esto se debe a que la población estudiantil ha crecido y para no detener la docencia, los profesores y padres de los niños han tenido que improvisar ese tipo de aula”, agregó.
Adelantó que con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Ministerio entregó el pasado mes RD$5.
5 millones para la reparación de 15 centros, recursos que llegan al país vía la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, Ciencia y Cultura (OEI).
De su lado la encargada de la sección curricular del municipio Monte Plata, Andrea Amparo de Aquino, señaló que dada la falta de maestros expertos en ciencias naturales, dicha asignatura es impartida por educadores preparados en otras áreas.
“Nuestros maestros aunque no sean de esa área, imparten la materia, pero gracias a Dios tenemos un buen equipo y hay otros maestros que los estamos preparando”, dijo.
POCAS OPORTUNIDADES PARA LOS JÓVENES
Eduardo Soriano se quejó de la poca oportunidad que tienen los jóvenes de las comunidades apartadas de Monte Plata, los cuales tienen el deseo de realizar carreras universitarias, pero no tienen los recursos.
Sin embargo, el profesor Juan Tomás Brito resaltó la calidad de la educación en Monte Plata, tanto de los estudiantes de escuelas como de liceos, lo cual se observa cuando entran a las universidades y son elogiados. Puso como ejemplo los casos de Wandy Mejía e Isabel Santana.
La mayoría son haitianos en escuelas de Elías Piña
En las comunidades rurales de Elías Piña el Ministerio de Educación ha construido numerosas escuelas equipadas con mobiliario moderno, donde existían enramadas o casonas, pero en numerosos planteles los directores enfrentan la sobreedad de los alumnos y la asistencia a clase no parece estar entre las prioridades de la mayoría de los educandos.
En las escuelas primarias El Pino de la comunidad que lleva su mismo nombre, por ejemplo, ocurre que en primer grado un número considerable de estudiantes tienen edades entre 8 años de edad y 16.
Ese es el caso de Yanet Rosario Encarnación que a sus 16 años de edad cursa el primerro de la primaria.
Cuando se le preguntaron las razones por las cuales no había asistido a clases antes si la escuela sólo queda a menos de dos kilómetros de su casa, dijo que siempre le dijo a sus padres que cuándo era que la iban a mandar a la escuela y éstos siempre le decían que “después”.
Como ella hay cerca de una decena que recibe clases en la mañana a cargo del director del plantel esucativo, Julio Alcántara.
“No podemos negarles la educación a esos niños, pero el sistema me lo rechaza, porque a sus edades deberían estar terminando el bachillerato como es el caso de Yanet”, agregó.
Tanto Alcántara como Berta Ramírez, profesora de la escuela La Cuna; Josefa del Carmen Rosario de la escuela Angostura; Susan Valdez Aquino de la escuela Sabana Larga, señalaron que la población estudiantil haitiana que asiste a sus escuales es inestable.
“Un lunes cualquiera se nos llenan las aulas, pero de repente el resto de la semana la asistencia a clase desciende casi al máximo, porque los padres de los niños haitianos se llevan a sus hijos sin permiso y los regresan cuando les parece”, agregó la profesora Ramírez.
En la escuela Básica La Cuna, expresó, hay 48 niños en horario de mañana y tarde, de los cuales 36 son haitianos.
“Bueno, cuando llega el desayuno escolar, al día siguiente se llenan las aulas, pero en cuanto se termina la ración, vuelve la baja asistencia hasta que se enteran que llegó de nuevo”, destacó.
Además, enfrentan la dificultad de que una cantidad importante de los niños haitianos que llegan a clase no hablan el idioma español y sus compañeros que sí entienden, son los que les sirven de tra- ductores de la clase.
El caso de la escuela Angostura de la sección que lleva su mismo nombre era donde se impartía clases mañana y tarde hasta el octavo grado, pero fue suspendida la tanda de la tarde y por la baja asistencia.
También le fue suprimida la jornada desde el quinto hasta el octavo grado.
La sección Angostura tiene energía eléctrica, sin embargo su escuela está a oscuras y le falta mobiliario.
Su directora, Josefa del Carmen Rosario, informó que los estudiantes de sexto grado en adelante, tienen que trasladarse a la Escuela Primaria Sabana Larga, del Distrito Municipal que lleva su mismo nombre, hasta unos cinco kilómetros a pie.
El problema
El director del Distrito Escolar 0201 de Elías Piña, Domingo Liranzo Lorenzo, precisó que la mayor dificultad que enfrentan los profesores que laboran en las zonas rurales de aquí es que se les hace difícil trasladarse por caminos vecinales deteriorados.
“El personal técnico también enfrenta numerosas dificultades porque tiene que invertir de sus bolsillos para realizar los trabajos de campo en cada centro de estudios”, citó. Los profesores que han podido han tomado la iniciativa de comprar motocicletas para trasladarse.
LAS DIFICULTADES DE LAS PROFESORAS PARA TRASLADARSE HACIA LAS ESCUELAS
Entre las 6:30 y 7:30 de la mañana de cada día de escuela, en las carreteras hacia las provincias del Sur del país es común observar un número considerado de mujeres vestidas para impartir clase. En las orillas de las vías, haciendo la señal con el dedo pulgar que indica, “una bola”.
Ellas son las maestras que tienen la tarea de dar clase en las comunidades periféricas de sus provincias y tienen que desplazarse 30 y 40 kilómetros para llevar el pan de la enseñanza.
“Si no boleamos, no podemos ir a nuestra escuela a dar clase diariamente porque el dinero que cobramos por nuestro trabajo, se quedaría solo en pasajes” dijo la profesora Margarita Ysabel