Yvonne Francisco
LOS RíOS, Bahoruco.- Los Ríos, antes principal productora de uvas del país, hoy, comunidad olvidada, a pesar de su importante ubicación, a pocos kilómetros del lago Enriquillo, en la provincia Bahoruco.
Sus habitantes, en su mayoría son agricultores, muchos viven de las remesas que reciben de familiares, pocos se sustentan de sus pequeños viñedos o de sus propios talleres de ebanistería o de fabricación de ventanas y, algunos, son empleados públicos.
La carretera que conduce a Los Ríos, recibe al visitante a través de singulares túneles naturales formados por frondosos arbustos. La gente de este poblado alardea de sus bellas montañas, sus esplendorosos atardeceres y de la hermosura de sus parques. También, exhiben el mérito de ser gente muy culta, y de que allí hay profesionales de todas las áreas del saber, a pesar de que no hay universidad y que tienen que trasladarse a 72 kilómetros hasta la provincia de Barahona al Centro Universitario Regional del Oeste (CURO), extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
‘‘Los rieros’’ también atesoran viviendas tradicionales, cavernas donde habitaron los aborígenes y las antiguas bóvedas de los cementerios, construidos en siglos pasados.ReclamosEsta comunidad, al igual que muchas del Suroeste del país, se encuentra marginada; sus reclamos son numerosos, dentro de los cuales están el asfaltado de las calles y la construcción del acueducto, pero, su primordial demanda es la reparación del puente, principal vía de acceso de esta cabecera municipal que comunica con Jimaní, y otras comunidades, que está en un avanzado deterioro, por lo que los habitantes pronostican una posible catástrofe.
‘‘El arroyo del río Barrero al llegar al puente está a punto de desbordarse hasta la población, y ya los aproches del puente los ha roto varias veces y ha dejado casi a toda la región incomunicada, pero eso no es tanto, sino que más arriba, si se desborda, entre la población puede llegar a una catástrofe de vidas humanas...”, manifestó Juan Esteban Ferreras Ferreras, síndico municipal.Cuando ocurrió la catástrofe en Jimaní, el río Barrero bajó y rompió los aproches y, según dan cuenta sus habitantes, faltó muy poco para que se desbordara hasta la población de Los Ríos.
De acuerdo a estos lugareños, para resolver este problema que pone en riesgo a las casi siete mil personas que habitan este poblado, sólo se precisa de unos muros de gaviones, pero, a pesar de que inspectores de la Secretaría de Obras Públicas y Comunicaciones se han presentado en el lugar, la única respuesta que reciben es que la asignación correspondiente está en la Oficina de Presupuesto.
Otro problema lo constituye la electrificación, ya que la alambrada que usa este pueblo data de 1971, y los alambres se han quemado varias veces y sólo quedan pedazos; de hecho ya se han perdido vidas humanas por el alto voltaje.Pero eso no es todo, hay secciones que nunca han sido electrificadas, tales como Higo de la Cruz, Los Mosquitos, Barreras, Pino Fresco y La Finca.
Las uvas desde 1940
Ya para 1940 allí había un parral en cada patio; en cada casa se veía una o dos matas de uva. Se dice que la uva llegó a Los Ríos, de Salinas, Barahona; otros aducen que fue de La Descubierta que la trajo un señor llamado Damián Cuevas. ‘‘Mi mamá, Bartolina Gómez, me cuenta que su primo Cuevas le regaló un gajito y ella sembró la segunda mata de uva de la población’’, narró el historiador y abogado Víctor M. Sierra. Por el año 1947 se presentó el señor Horacio Vásquez Peña, maestro, e instaló en su vivienda un colmado, porque el sueldo que devengaba era de 20 pesos y no le daba para subsistir.
Él vivía a la orilla de una ‘‘rigola’’ (canal natural de agua), y ahí preparó el primer viñedo y lo puso comercial con un letrero que decía: ‘‘Viñedo modelo। Vendo uvas’’; allí vendía, además de la uva, el vino que extraía de esta y que enfriaba en la “rigola”। La gente comenzó a imitarle y a sembrar uvas en grandes cantidades.Cuenta Víctor M. Sierra, que la uva, que en sus principios sólo era para uso doméstico, fue tomando un giro comercial, empresas licoreras del país contrataban la compra de toda la producción a través de la cooperativa agropecuaria Mi Propio Esfuerzo.